domingo, 20 de septiembre de 2009

Noches de blanco satén

________Portada del vinilo

Un guateque a mediados de los ’60. Por entonces —me resisto a escribir «por aquel entonces», que parece más antiguo— había una estratagema para que las chicas participaran. El porqué de que no «participaran» sería motivo de otro tipo de análisis que no viene al punto; había un momento en que en el guateque las mujeres «mandaban»: era el cuarto de hora femenino.

En el «cuarto de hora femenino» las chicas eran las que sacaban a bailar a los chicos. Era así: por un momento los chicos eran conscientes de su debilidad (o de su igualdad, depende de la perspectiva) y esperaban a ser elegidos para bailar…, algo que parecía tan sencillo cuando lo practicaba el hombre se convertía en esos quince minutos en una prueba insufrible para los que no eran elegidos. Las chicas, durante ese cuarto hora, tenían la palabra. Mas debían de ser cuidadosas para que no se malinterpretara su elección: después de los quince minutos las cosas volvían a «su sitio» y, quizá, alguno de los elegidos supondría «algo más», pensaría que «todo estaba hecho», si había sido designado para bailar la pieza…

De esos tiempos de guateque en la casa de algún amigo o en el local que alguien nos dejaba, recuerdo algunas canciones. De entre las mejores que se pinchaban, es decir de entre las más lentas y más largas pues en el cuarto de hora femenino la música siempre era para bailar lento, recuerdo Nights in white satin. El single tenía una portada abstracta de color azul, amarillo y rosa y en ella se podía leer «The Moody Blues: Days of Future Passed».

Años después, cuando los guateques habían pasado a engrosar el pelotón del recuerdo, un grupo llamado Barclay James Harvest rememoró esta canción en un inapreciable disco en directo. The Moody Blues había publicado en Decca el disco ya citado, utilizando un maravilloso y original sistema de grabación que producía ecos y reverberaciones hasta entonces no escuchados; la Barclay consiguió imitar ese especial sonido casi a la perfección, pero entonces muchos dijeron que sólo habían conseguido un sonido «Moody Blues para los pobres». La Barclay, ante esto grabó, parece ser, Poor Man's Moody Blues que es, seguramente, la canción más famosa de dicho grupo.

Me place esta controversia. Me gusta que un grupo emule a otro hasta el extremo de querer ser idéntico al que está copiando. Hay un tributo al genio del otro que honra también al que lo copia, siempre y cuando lo haga de forma tan maravillosa y cuando el resto de su producción alcance la perfección y calidad que alcanzaron las canciones de la Barclay James Harvest.

De todo esto no éramos conscientes, es evidente, en aquel guateque de finales de los ’60. Tampoco hacía falta. Se acercaba el cuarto de hora de femenino y alguien iba a poner en el tocadiscos portátil Noches de blanco satén. Se atenúan las luces, quizá alguna chica me sacó a bailar mientras escuchábamos:

Nights in white satin,
Never reaching the end,
Letters Ive written,
Never meaning to send.
Cause I love you,Yes,
I love you,Oh, how, I love you…


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